lunes, 23 de julio de 2012

Repensar la realidad con los grandes humanistas: Desintegración o reintegración de la sociedad occidental. Erich Fromm.


En su libro “El humanismo como utopía real”, del que ya dedicamos una entrada en el blog (Credo humanista) aparece el artículo “La desintegración de las sociedades”[1] , fechado en 1969, E. Fromm reflexiona acerca de sí el sistema social occidental está en vías de desintegración o es posible su reintegración o en palabras suyas, “si la sociedad occidental sigue teniendo vitalidad para emprender las reformas del sistema necesarias y evitar la desintegración, o si, por contra, hemos perdido el rumbo y vamos a la catástrofe”.
Señala que los sistemas se desintegran si sus incoherencias se hacen excesivas y si algunas partes suyas, o el sistema en su conjunto, han perdido la capacidad de adaptación regenerativa al cambio de las circunstancias. Además ofrece otro indicio: el proceso de desintegración suele generar un grado elevado de violencia y destructividad, y considera que el actual incremento de la violencia (en 1969) señala tendencias desintegradoras en nuestra sociedad tecnificada.
Para Fromm la desintegración o reintegración de la sociedad contemporánea no es solo una cuestión teórica, sino que hay graves dudas sobre si el sistema social occidental está en vías de desintegración o es posible su reintegración. Y ello a pesar que “parece que el sistema social occidental está en la cima de su poderío: el desarrollo del  pensamiento teórico ha producido unas aplicaciones técnicas que parecen cumplir los sueños de las generaciones pasadas”.
Apuntaba ya que logros como el aumento a ritmo cada vez más rápido de la capacidad de producción material, de mano de las nuevas tecnologías; o en la conquista del espacio, a pesar de ser acogidos con gran entusiasmo como demostraciones de la fortaleza y eficacia del sistema, no negaban el hecho de graves disfunciones y de que se corre el peligro de desintegración.
Entre las incoherencias que podrían llevar a la desintegración de nuestro sistema tecnificado señala:
·         Los países ricos se enriquecen cada vez más y los países pobres se hacen relativamente cada vez más pobres y seguimos asistiendo a hambrunas en los países subdesarrollados, sin que haya ningún esfuerzo serio para invertir esta tendencia. Es la incoherencia más importante.
·         La grave discordancia entre las antiguas estimaciones religiosas y humanistas y las nuevas estimaciones y normas técnicas, que son contrapuestas. Para las estimaciones antiguas, debemos hacer algo porque es bueno, verdadero o bello; porque sirve a la evolución y a la maduración del hombre. Según la nueva estimación técnica, se debe hacer algo porque es técnicamente posible. Si es técnicamente posible ir a Marte, debemos ir, aunque dejemos en la Tierra misiones muchísimo más urgentes sin cumplir. Si es técnicamente posible fabricar armas más desvastadoras, debemos fabricarlas, aunque amenacen con aniquilar a la humanidad entera… Esta discordancia tiene como consecuencia el desperdicio de energía humana, así como la creación de una conciencia de culpabilidad y un sentimiento de desorientación.
·         Aunque la sociedad industrial está reduciendo en todo el mundo el analfabetismo y está aumentando la instrucción, incluso la enseñanza superior, este progreso choca con la incapacidad para el pensamiento crítico activo. Frente al aumento de la instrucción, la televisión crea un nuevo tipo de analfabetismo que ceba al consumidor con imágenes para sus ojos y oídos, dejándole vacío el cerebro.
En resumen: estamos produciendo máquinas cada vez más eficaces, mientras que el hombre está perdiendo algunas de sus cualidades más importantes, para convertirse en un consumidor pasivo guiado por la gran organización, que no tiene más fin ni ideal que el de hacerse cada vez más grande y más eficaz y crecer más deprisa.
Ejemplos que muestran como la totalidad de nuestro sistema se halla en un estado de grave desequilibrio y que parece que algunas de sus partes han perdido su capacidad de adaptación y regeneración quedan patentes en  nuestra incapacidad para:
a)      destruir las armas atómicas, eliminando, por tanto, la paralizadora amenaza de la aniquilación total;
b)      tomar medidas para salvar la creciente falla entre los países pobres y los países ricos;
c)       tomar medidas que den dominio al hombre sobre la máquina, en vez de hacerlo servidor suyo.
Han pasado más de 40 años de ese artículo, ahora nos toca a nosotros valorar la situación en que nos encontramos respecto a la desintegración del sistema social, algo que se ha convertido en una necesidad vital, si queremos sobrevivir. Y, como nos recordaba Fromm, en esa tarea la facultad humana del entendimiento, la capacidad de pensamiento crítico y analítico, nunca ha sido más necesaria que hoy para la supervivencia del género humano.


[1] “La desintegración de las sociedades”  fue el titulo de una conferencia pronunciada por Fromm en enero de 1969 en la Academia Nacional de Medicina de México, dentro de un simposio sobre “La comprensión de la muerte”.

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